Traducción parcial del texto escrito el 3 de agosto de 2014
Ya he visto 120 horas de videos en mandarín, o el 10% del tiempo total previsto para esta experiencia. He dedicado al chino un promedio de 36,5 minutos al día. Mi hija, Camila Daya, ha visto un promedio de 22,5 minutos al día, sumándose un total de 74,7 horas [actualmente, no me acompaña más en el experimento].
He seguido mi metodología según la había definido inicialmente, aprendiendo exclusivamente con videos auténticos. Sin embargo, en algunos casos, he interpretado mis propias reglas con flexibilidad, según explico en las publicaciones de las semanas 13 y 25. La interpretación flexible más importante es que me permito ver películas chinas con subtítulos en inglés, a pesar de que he empezado a reducir la utilización de subtítulos cuando veo una película varias veces.
¿Estas 120 horas de video, en un período de seis meses y medio, aclaran algo con respecto a mis hipótesis?
Con relación a la primera y principal hipótesis –de que conseguiré aprender a entender el mandarín oral apenas viendo videos auténticos– siento más que nunca que la respuesta será “¡SÍ!” De vez en cuando, ¡siento que no avanzo y que el chino es indescifrable! Pero, en realidad, ya he descifrado y empezado a aprender por lo menos unas doscientas palabras. Además, mi capacidad de captar nuevas palabras está acelerando, aunque muy gradualmente. No obstante, el hecho de que aún estoy muy lejos de mi objetivo de entender el mandarín, parece evidente que, tarde o temprano, lo lograré. Lo único que tengo que hacer es perseverar, mes tras mes y año tras año. Entonces, conseguiré ver una película o un reportaje por primera vez, sin subtítulos, y comprenderlo. En este momento, podré visitar Pekín y entender a las personas hablando en las calles.
La segunda hipótesis es que este método inusitado será eficiente en comparación con muchos métodos tradicionales. Pienso que todavía no me es posible evaluarla, pero hoy estoy un poco menos seguro que será confirmada, con relación al sentimiento que tenía al inicio del experimento. En la realidad, aún creo que es muy posible que se confirme, pero considero que sería más eficiente hacer algo semejante a mi experimento, pero contando con un poco de orientación. Por ejemplo, antes de ver una nueva película china, sería interesante poder entrenar, con un profesor nativo o con material didáctico bien elaborado, las 50 palabras o expresiones que más se repiten en dicha película.
Finalmente, con relación a mi tercera hipótesis, estoy menos seguro que antes que las 1.200 horas serán suficientes para lograr un nivel intermedio de comprensión oral, aunque aún no me es posible saberlo. Si yo pudiera contar el número de palabras que entiendo hoy y multiplicarlo por 10, o si de alguna manera yo pudiera proyectar de forma lineal mi ritmo actual de aprendizaje, pienso que el resultado no sería prometedor. Ya he aprendido muchas de las palabras más comunes, que aparecen habitualmente en cualquier diálogo. Por lo tanto, las nuevas palabras que aprendo de ahora en adelante no tendrán el mismo impacto sobre el porcentaje estimado de mi comprensión total. Desde abril, esta estimativa viene aumentando en un ritmo del 1% a cada cuatro meses. Si sigue igual, en cinco años más comprenderé menos del 20% de un diálogo natural en mandarín.